La degradación del medio ambiente, la falta de saneamiento, el tratamiento inadecuado de las aguas residuales, el crecimiento desordenado de la industria, los métodos no seguros para la eliminación de productos químicos y la gestión irresponsable del agua influyen directamente en la calidad y productividad de los ecosistemas y la salud humana.
Como resultado de la Cumbre de la Tierra celebrada en 1992 en Río de Janeiro, Brasil; los Estados y organismos internacionales generaron la Declaración de Río y la Agenda 21, instrumentos internacionales en materia de participación en cuestiones ambientales, concluyendo que son resueltas de una mejor manera si permiten la participación de los ciudadanos.